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Carles Puigdemont, ¿mártir de la independencia?

Jan D. Walter | Nicolas Martin
26 de marzo de 2018

“Estaría dispuesto a ir a prisión por la indepedencia”, dijo un amigo del expresidente catalán. Lo cual podría ocurrir tras su detención en Alemania. Y eso que llegó al poder por "accidente".


Portrait Carles Puigdemont
Imagen: AFP/Getty Images/P. Barrena

Salvador Clara fue al colegio con Carles Puigdemont. DW se reunió con él en su pueblo natal, Amer, en el norte de Cataluña, en octubre de 2017. Clara contó que él ya era vicealcalde de esta pequeña localidad cuando su amigo de la infancia Puigdemont empezó a anhelar la independencia de Cataluña. Y dijo algo en lo que debe haber pensado más de una vez desde aquel encuentro: "Estaría dispuesto a ir a prisión por la independencia”.

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La política no era la carrera más obvia para Puigdemont, segundo hijo de una familia de ocho hermanos. Nieto e hijo de pasteleros, tras finalizar con éxito su bachillerato se marchó a Gerona a estudiar Filosofía. Viajó por el sudeste europeo y se dedicó al tema de las "naciones sin Estado”, como en la antigua Yugoslavia. Trabajó como periodista en el diario en inglés Catalonia Today, del que se hizo redactor jefe en 2004. Luego fundó la Agencia Catalana de Noticias, de carácter público. Puigdemont habla cinco idiomas.

Un mandato al que llegó de rebote

Pese a su temprano interés por la política, Puigdemont no entró en esta por la vía convencional. En 2011 se convirtió en alcalde de Gerona. En 2015 asumió la presidencia de una influyente asociación por la independencia de Cataluña. A lo más alto de las instituciones catalanas, sin embargo, llegó casi de rebote: en un momento en el que una parte de la coalición de gobierno se negaba a reelegir a su predecesor, Artur Mas, por acusaciones de corrupción, Carles Puigdemont se convirtió en el denominador común de la coalición separatista.

Se trató de un "accidente, el resultado de las circunstancias”, según dijo él mismo poco después a la influyente revista alemana Der Spiegel.

Artur Mas (izquierda) y Carles Puigdemont (derecha)Imagen: picture-alliance/dpa/T. Albir

Violación anunciada de la Constitución

Empezó a lo grande: "No son tiempos para cobardes”, anunció Puigdemont en su primer discurso como presidente de la Generalitat, nombre con el que se conoce a las instituciones regionales catalanas. A pesar de las amenazas del Gobierno español en Madrid el 1 de octubre de 2017 se celebró un referéndum en el que los catalanes debían votar sobre la independencia de la región.

Madrid considera que un referéndum como este viola la Constitución y que solo podría celebrarse con la participación de todo el Estado español. Algo que sabían perfectamente Puigdemont y los suyos, pero no se amedrantaron lo más mínimo.

El referéndum y el artículo 155

El Gobierno español mandó a numerosas fuerzas de seguridad a Cataluña para intentar detener el referéndum. Policía y votantes chocaron en los centros de votación: la cifra de heridos llegó casi a 900. Hecho que los independentistas interpretaron como prueba de la represión española. Los clamores de independencia alcanzaron así una nueva cima.

Menos de la mitad del electorado participó en la votación, pero Puigdemont celebró que el 90% de los que sí lo hicieron apoyasen la independencia. Así empezó una disputa con el Gobierno del Estado: el entonces presidente catalán firmó la declaración de independencia, pero la aplazó, ofreciendo diálogo.

Pero su adversario político, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no quería oír hablar de una oferta de negociación y amenazó con la aplicación del artículo 155 de la Constitución, por el que Madrid puede hacerse cargo de los ámbitos de acción del Ejecutivo regional cuando este viola el texto constituyente.

Desde dentro las cosas también pintaban feas: su coalición de Gobierno de aspiración separatista se desmoronaba. Esta aunaba a conservadores, liberales, republicanos de izquierda y radicales izquierdistas. Para estos últimos, el presidente no era lo suficientemente agresivo.

Protesta este 25 de marzo en Barcelona por la detención de Puigdemont en AlemaniaImagen: Reuters/A. Gea

Huida de la justicia española

Cómo se imaginaba Puigdemont el camino a la independencia es algo que no sabemos. Tres semanas después del referéndum, el Gobierno de Mariano Rajoy activó el artículo 155. El líder catalán se marchó a Bruselas para huir de la justicia española, mientras que varios de los miembros de su Ejecutivo eran encarcelados por rebelión. España emitió una orden europea de detención contra él, pero luego la retiró con el objetivo de evitar un conflicto diplomático con Bélgica.

Desde el exilio, Puigdemont ha seguido involucrado en la política catalana, acusando al Gobierno español de tener "presos políticos” y de haber tomado "rehenes”. Algo que muchos han tildado de ofensa a las víctimas de la dictadura del general Francisco Franco.

En las elecciones de diciembre, los partidos independentistas lograron de nuevo una mayoría en el Parlamento. Esto lo interpreta Puigdemont como un voto a favor de la independencia y ha intentado ser candidato a la presidencia regional pese a encontrarse fuera de España. Pero la orden de arresto española le mantiene fuera del territorio nacional.

Para muchos, el expresidente es un mártir de la causa independentista catalanaImagen: picture-alliance/AP Photo/E. Morenatti

¿Traidor cobarde o mártir inteligente?

La huida de Puigdemont suscita muchas preguntas, entre ellas: ¿es un traidor? Ha estado cómodamente en Bruselas mientras los miembros de su Gobierno pasaban semanas y meses en prisión. Pero otros lo ven como un combatiente que ha logrado escapar de los esbirros de Madrid, un verdadero mártir de la independencia.

Lo que está claro es que no irá a prisión por voluntad propia. En vez de esto, intenta ejercer una influencia cada vez más menguante. De hecho, tuvo que retirar su propia candidatura a presidente regional en marzo de 2018. "Por el momento”, aclaró en un vídeo. La votación de un candidato conjunto de la lista de Junts per Catalunya y Esquerra Republicana fracasó el 22 de marzo, pues los radicales de la CUP se abstuvieron.

Pocos días, Puigdemont se marchó a dar una conferencia en Helsinki y la justicia española emitió una nueva orden de arresto europea. Finlandia la recibió, pero para entonces el catalán ya se había marchado del país. Y este domingo 25 de marzo fue capturado en Alemania tras cruzar la frontera desde Dinamarca.

Ahora la justicia alemana tiene que decidir sobre su extradición a España. Se le atribuyen delitos de rebelión y malversación, por los que podría pasar hasta 30 años en la cárcel. Si acabara entre rejas, sería por la independencia, pero aún lejos de su objetivo.

Autores: Jan D. Walter y Nicolas Martin (EAL/FEW)

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